Estamos de acuerdo en que la sonrisa es muy importante para nosotros ya que es algo que sacamos a relucir en más de una ocasión a lo largo del día. Es por ello que muchas personas, cuando pierden el blanco de sus dientes, recurren a técnicas como el blanqueamiento dental para recuperarla.
Sin embargo, esto puede llegar a convertirse en una obsesión por tener blanquísimas las piezas dentales, por lo que hay que saber dónde está el límite. Hoy desde Clínica Dental Miguel Ángel García Pérez e Hijos os hablamos de ello.
Los expertos en odontología, por la gran demanda de este tipo de tratamientos, se han visto obligados a advertir que hay que ser precavidos con los productos blanqueantes para que nuestros dientes no acaben sufriendo algún daño por usarlos sin control. Como decíamos antes, puede desarrollarse una obsesión que se conoce como blancorexia.
No obstante, antes de llevar a cabo este proceso, hay que tener una boca sana, tanto dientes como encías, además de ser mayor de edad.
El peróxido de hidrógeno (en concentraciones entre el 0,1 y el 12%) y el peróxido de carbamida (entre el 16 y 32%) es el producto más utilizado, puesto que el oxígeno que desprende estas moléculas son las encargadas de blanquear los dientes.
Las únicas personas capacitadas para aplicar este producto agresivo sobre el cliente son los dentistas, algo que requiere supervisión directa.
La legislación española establece que:
Por ello, es importante fijarse bien en las ofertas de aplicación de productos blanqueantes fuera de las consultas de los dentistas, como también advertir ante la publicidad engañosa y venta de productos por internet.
Por otro lado, debemos recordar que, la pasta dentífrica blanqueante puede servir como mantenimiento, no es dañina, pero tampoco consigue un blanqueamiento sustancial.
Con el tratamiento blanqueante lo normal es que el diente pierda el color oscuro aclarándose unos 3 o 4 tonos, pero nunca llegar a los 8 tonos que alguna que otra publicidad promete.