El mal hábito de comerse las uñas (conocido como onicofagia) es algo muy frecuente. Estrés, ansiedad, nerviosismo… las causas pueden ser muy variadas, pero las consecuencias las sufren nuestros dientes.
La onicofagia afecta a la salud oral de diferentes formas. Comúnmente se produce deformación de la arcada, las encías y el paladar. Cuando la uña entra en contacto con el esmalte o las encías pueden producirse lesiones, que pueden derivar en infecciones. El contacto frecuente de los dedos en la cavidad oral también puede desembocar en una gisngivitis.
Tampoco es raro que se prensenten aftas y herpes en la mucosa oral. Además, el riesgo de caries se multiplica.
Morderse las uñas afecta seriamente a los tratamientos de restauración dental (carillas, coronas, etc.). Es muy frecuente que este hábito provoque, por ejemplo, la rotura del recubrimiento de porcelana de las coronas.
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