La odontología tiene muchas veces un carácter preventivo, ya que trata de ahorrar al paciente posibles molestias en la cavidad oral, un entorno en constante evolución. Las erupciones dentales, las enfermedades bucodentales y otros factores pueden necesitar de una intervención temprana, y las radiografías son una herramienta muy importante para adelantarnos a posibles patologías.
Que no haya dolor no significa que la boca esté sana. La mayoría de problemas bucodentales comienzan de forma silenciosa. Las radiografías son una excelente forma de prevenir enfermedades orales.
Pensemos, por ejemplo, en los momentos de erupción dental, siempre muy complicados. En muchos casos, los dientes impactados no se revelan al paciente hasta que le provoca dolor a éste. Para valorar un posible tratamiento, es necesario un estudio local mediante radiografía.
Esta técnica diagnóstica también ayuda al odontólogo a descubrir fallos en las estructuras maxilofaciales, como las maloclusiones, que tienen gran incidencia en la calidad de vida del paciente, tanto presente como futura.
En conclusión, la radiografía maxilofacial proporciona una valiosa información que redunda en una mejora del tratamiento para el paciente.
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